jueves, 24 de mayo de 2007

La educación - ¿un juego del ultimátum?

El actual proyecto de Ley General de Educación contempla que los sostenedores de establecimientos educacionales que reciban aportes estatales, deban ser “con fines únicamente educacionales”, entiéndase “sin fines de lucro”. Esto, naturalmente, ha desatado un debate apasionado al nivel de todo el país. Dentro de todas las posiciones, son particularmente frecuente dos que se oponen:
no se debe permitir que los establecimientos particulares subvencionados (a ellos se dirige el Artículo 44) realicen lucro;
si no se permite el lucro, buena parte de los capitales privados en educación (que han permitido el auge de los colegios particulares subvencionados) se retirarán y dejará de existir un tipo de colegio que ha sido una opción educacional para una parte importante de las familias en Chile.
¿Cómo decidirse “racionalmente” entre posiciones tan diferentes? Puede ayudar considerar un “juego” que los economistas han inventado para estudiar la manera como las personas deciden hacer ofertas y aceptarlas o rechazarlas. Se trata del “juego del ultimátum” y funciona de la siguiente manera.
Tomemos dos personas, y démosles US$100 para repartir. La primera persona debe proponer un arreglo y proponérselo a la segunda persona. La segunda persona debe aceptar o rechazar la oferta; al aceptar, automáticamente cada uno se queda con el monto propuesto por la primera persona, pero al rechazar, se anula todo y ambas personas tendrán US$0.
¿Qué hará la primera persona? Si le importa solamente el dinero, debe proponer “US$99 para mi, US$1 para ti”, ya que para la segunda persona tener US$1 es mejor que tener nada, por lo cual deberá aceptar. ¿Qué le parece el trato?
Muchas prueba de laboratorio se han hecho con este juego, y en general las personas reales ofrecen arreglos un poco más generosos; depende un poco de si los jugadores se conocen o no, y suele ser una oferta como “US$70 para mi, US$30 para ti”. Se piensa que las personas reales saben que en la vida, no se reduce todo a un instante y jugar muy egoístamente puede conducir a castigos posteriores.
Volvamos ahora al caso de la educación en Chile. “Te abro un colegio que cuesta menos que un particular pagado pero que tendrá más que una escuela pública, pero me guardaré una parte arbitraria del dinero como utilidad – acéptalo o recházalo.” Ahora ¿qué va a decir usted? ¿Lo tomará o lo dejará?
¿Dónde está la frontera entre tomar y dejar en este caso? ¿Cuánto lucro estamos dispuestos a tolerar en cambio de mantener la opción de los particulares-subvencionados?

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